jueves, 20 de septiembre de 2012

Hacer lo debido



Hacer lo que se debe ocasionalmente o por un rato no traerá la victoria que necesitamos en la vida. Segunda Tesalonicenses 3:13 nos exhorta a continuar haciendo lo que es debido. Debemos hacerlo una y otra vez, y cuando sentimos que nos cansamos, debemos ir a Dios y esperar en Él para que nos dé nuevas fuerzas, de modo que estemos capacitados por su gracia para proseguir hasta el cumplimiento de su voluntad.


 Hacer lo debido cuando no parece estar dando buenos resultados es difícil, pero se debe hacer. Cuando un agricultor planta una semilla en la tierra, debe mantener su paciente vigilancia sobre ella hasta que finalmente germina y produce una cosecha. Es un proceso que lleva tiempo y esfuerzo. Si el agricultor abandona su huerto y deja de cuidarlo, perderá el gozo de la cosecha.
  
Una de las cosas que a Satanás más le gusta hacer ¡es tratar de lograr que nos demos por vencidos! Sin embargo, Dios nos dice que soportemos, persistamos, continuemos y finalicemos. Él nos enseña a ser sufridos, pacientes, decididos y fieles.
  
Mi experiencia me ha enseñado que a menudo tengo que tratar correctamente a otras personas por un largo tiempo antes de que comiencen a tratarme de la misma manera. Tengo que hacer lo recto con una actitud correcta por largo tiempo antes de empezar a obtener buenos resultados. Así como la semilla natural finalmente echa raíz y el inicio de la planta se abre paso a través de la tierra, también nosotros veremos la victoria si continuamos haciendo lo que es debido, sin mirar lo que hagan los demás.
  
Las personas frecuentemente se dan por vencidas demasiado fácilmente. Cuando sus sentimientos se retiran, ellos también se retiran. He aprendido que aunque me sienta mal, puedo elegir hacer lo que está bien. Un signo de madurez espiritual es la capacidad para vivir más allá de nuestros sentimientos. Las personas que son maduras espiritualmente viven por decisiones tomadas sobre la base de la Palabra de Dios, no sobre la base de cómo se sienten. Cuando avanzamos hasta esta etapa de crecimiento, estamos bien encaminados para una maravillosa cosecha que nos dejará atónitos.
  
Permítame animarlo hoy: ¡No se rinda; siga perseverando!
  
--Tomado de La Biblia de la vida diaria, de Joyce Meyer. Una publicación de Casa Creación. Usado con permiso.

Fuentes: Vida Cristiana

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