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MATEO 13.1-9 | La Biblia contiene información importantísima
para todos los seres humanos, pero las personas la interpretan de maneras muy
diferentes. El pasaje de hoy identifica a cuatro tipos de personas: Los que
tienen…
Una mente cerrada. Esto no se refiere exclusivamente a los
incrédulos. Los cristianos, también, pueden escuchar de manera pasiva, sin la
intención de poner en práctica lo que oyen. La semilla no puede germinar porque
el terreno es muy duro. Esos creyentes son superficiales, hasta que deciden
prestar atención a Dios y obedecer.
Una mente nublada. Están representados por el suelo rocoso;
escuchan la Palabra y se emocionan. Pero después no dedican tiempo para
estudiarla, echar raíces y permitir que la verdad de Dios penetre en sus corazones.
Por tener poco fundamento espiritual o conocimiento de Dios, tienen
dificultades para sobrellevar los rigores de la vida.
Una mente afanada. Los afanes de la vida son para el cristiano
lo que son los espinos y la maleza para un jardín. Una mente intranquila tiene
poco o ningún espacio para que la Palabra de Dios brote y florezca.
Una mente dedicada. Dios puede hacer grandes cosas por medio de
alguien cuya mente sea como el suelo fértil. Solamente una persona dispuesta a
escuchar y aprender puede ser transformada.
A todos nos
gustaría tener la bendición mencionada en la lectura de hoy —una gran cosecha
de lo sembrado. Pero, para que eso sea cierto en nuestra vida, necesitamos
evaluar sinceramente si tenemos una actitud dispuesta a aprender. Como dijo
Jesús: “El que tenga oídos para oír, oiga”.
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