lunes, 14 de enero de 2013

¿Temor?



“El perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo”. 1° Juan 4:18

La causa principal para el temor es una preocupación excesiva por uno mismo: el autocuidado, la imagen propia, el futuro personal. Esos sentimientos tal vez no estén en la superficie, pero son la causa real del temor.

Hay muchos tipos de temor, incluso tienen nombres científicos distintos. Algunos le temen a la oscuridad, otros a salir, está el miedo a otras personas, el temor a estar encerrado en espacios pequeños, pavor a las serpientes, miedo a las alturas, terror de pasar por túneles.

Algo de miedo está sumergido en el subconsciente y se manifiesta en formas psicosomáticas como en enfermedad, úlceras, dolores de cabeza, depresión o incluso parálisis.

El conocimiento y la experiencia nos pueden ayudar a superar temores. Nos da miedo lo desconocido y nos sentimos más cómodos con lo familiar. Por lo tanto, las personas que tienen miedo deben ser expuestas gradualmente, en un contexto no amenazante, al objeto de su temor.

Aún cuando el temor a veces inhibe acciones y crea parálisis, actuar tiende a disipar el miedo. El salmista descubrió una gran arma en contra del temor cuando escribió: “Jehová es mi pastor; nada me faltará… No temeré mal alguno” (Salmo 23:1 y 4).

Debemos recordarnos a nosotros mismos una y otra vez que Dios es todopoderoso y su protección es suficiente para cualquier necesidad.

Algo de miedo es sano. Debemos temer, o al menos respetar, el fuego, la electricidad, los rayos, las balas, la bancarrota y en especial a Dios mismo. Dios colocó dentro del ser humano una técnica impulsada por el temor, que controla las reacciones en tiempos de peligro o necesidad.

El amor perfecto echa fuera el temor. La Palabra de Dios libra a la gente. La persona que es víctima del temor debe enfocarse en Jesús, su amor y su poder y, memorizar y recitar versículos bíblicos. Por ejemplo: Mateo 28:20, Marcos 11:24, 1° Corintios 6:11, 2° Tesalonicenses 3:3, 1° Juan 2.25, Apocalipsis 21:4.

Expresar alabanzas a Dios es un antídoto excelente para el temor. No sólo redarguye al espíritu de temor, sino que trae a los cristianos a la presencia directa de Dios. El salmista nos dice que Dios habita en las alabanzas de su pueblo (Salmo 22:3). En la alabanza encontraremos salida a nuestros temores.

Oración:

Señor, hay momentos en que el temor me domina; momentos en los que entro en angustia, en pesar y en duda. Hay momentos en los que pierdo la confianza y el miedo se apodera de mi. Enséñame a confiar en que siempre estás conmigo y a sentir seguridad en tu auxilio. En el nombre de Jesús, amén.

(Club 700 Hoy)

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